quizás fueron sus ojos
o las antiguas violetas
que perfumaban su pelo
misteriosamente negro
pero tampoco fue eso
ni las frutitas de su boca
ni su piel de leche medieval
había algo en ella
que me inspiraba
a pintarla con palabras
quise saber su nombre
dijo que se llamaba
Soledad
—Yo soy tu Soledad— eso dijo
y ni así pude entender
por qué mi Soledad
era tan bella.
Mauricio Escribano
Imagen Laura Makabresku
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