de noche
sobre el techo vencido
agarrado de la chimenea
veía como ardían las ranas
se tomaban de la cintura
se inflaban como panes
un canto encantado
les brotaba del esófago
y la zanja se llenaba de oro
altísimo
veía cosas que nadie veía
escuchaba conversaciones de novios
y mientras bebía el licor de la abuela
arrojaba piedras sin rumbo
luego como un ladrón
volvía a entrar en mi cuarto
y me dormía con miedo
luchando contra los monstruos
que salían de las paredes
de niño
estar a salvo
era una situación peligrosa
Mauricio Escribano
Imagen Aela Labbé
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