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dada vuelta

                                                                                         .
Ella dice que se mutiló la piel
para arrancarme, y que ahora
baila con mi cabeza bajo un brazo.
Que desde una ventana arrojó
mis restos a la calle, con los zapatos
llenos de pólvora. Para verme explotar
justo en el aire.

Dice que su espalda es el patio
de una cárcel, donde mi fantasma
deambula con un pucho en la boca
condenado a cadena perpetua.
Dice que me amaba a rabiar, y que mi
ausencia criminal continúa habitándola.

Yo digo que mordida por un pájaro nocturno, 
trae su espalda de ananá llena de plumas. 
Que tal vez trine imitando aquel sonido 
que le olfateaba el azúcar, o gire en el destello 
de esas alas que aún le duelen en lo hondo 
de su carne.

¡Es más hermosa ahora que el pájaro 
la ha picado!

Digo que ya no tiene tiempo para imaginar 
la muerte, que su luz se propaga en la mente 
de la noche. Que busca un nido, que revolotea, 
y come insectos vivos, cuando abandona 
sus berrinches entre los huesos de la tarde.


Mauricio Escribano 

Imagen Abril Peiretti


















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