Cerré el cuaderno. Adentro quedó
la alegría de tus ojos obstinando
la llovizna. Un último —te amo—
de buena ley, de aquellas veces,
cuando con la rebeldía de los gatos
curioseábamos los resortes del amor.
Aquí la noche, y mis manos como
dados impacientes tirando del hueso
de la suerte, ganándole al sarcasmo
de ese tarro que tengo para el hambre
y la soledad. Cerré el cuaderno. Adentro
quedaron las hojas de tus labios suaves.
Y si algún día vuelvo a abrirlo, sé que
encontraré ese alivio de linternas en
lo oscuro, que sentimos al mirarnos.
Mauricio Escribano
Imagen Noelle Buske
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Qué poema más hermoso!!! Gracias querido Mauricio...
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