La desnudé en invierno.
Se la quité al encanto
del cristal sobre la hierba.
Cuando la sombra de la lluvia
cabalgaba caracoles
y toda ella era una lámpara
obstinada.
Yo andaba oculto
con los ojos sin respuesta.
Ella no quiso hacerse
cargo de la hora
ni decidir con la pezuña
de las veces. Y se quedó
besando los detalles
demorada como un ave
sin memoria.
Mauricio Escribano
.
Pura magia
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