Les pregunté por la emoción
de aquel libro entre tus manos,
si alguien sabía dónde encontrar
una maleta esmeralda, si tu pecho
quedó abierto a la luna o galopabas
lejos, mientras la lluvia en su liquida
ceguera inundaba nuestras cosas.
Les pregunté además de tantas
otras si sabían de tus ojos, si llevabas
tus muñecas, y que alguien diera aviso
de mi paso por tu boca, de los días
que te busco locamente en los armarios,
y en el mismo espejo ciego donde doy
contra mi frente, cuando creo que te
encuentro.
Mauricio Escribano
Imagen Diane Powers
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A veces o casi siempre, leerte arruga el alma, será que la mía sangra.
ResponderEliminarUn abrazo