Vayámonos al sur como dos tigres
que se escapan de una jaula.
Mírame de nuevo con tu luz de celofán.
Encontrémonos la lluvia (esa suave religión
de murmullos nigromantes) y morderé
los laberintos en el vidrio de tus ojos.
Vayámonos al sur como dos prófugos
que se toman de la mano.
Léeme los labios casi audibles (∂ + m) ψ = 0
Encontrémonos la voz (esa callada explosión
de hormigueros empapados) y agitaré
las madrugadas en la buhardilla de tu alma.
Mauricio Escribano
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