De tu mano escribí mi alegría.
A contra reloj busque letras para
terminar el poema. Revolví los cajones.
Y hallé aureolas del cielo en las sábanas
del viernes.
Sin querer te quise. Inclinada sobre
tu cepillo de dientes. Honestamente
te quise. Aguerrido. Por vocación
de asalto. Despanzurrado de risa.
Quizás fue destino o la arquitectura
de tus pómulos. El rímel negro.
Los pájaros africanos o el Manual
Del Guerrillero. No lo sé. Pero te
quise riendo. Y justo ahora me rio.
Por querer cambiar tu mundo me ahogo
de risa en la selva. Solo. Humilde. Rendido.
Como se rinde un rebelde, con el pequeño
privilegio de poder llorarte de risa.
Mauricio Escribano
Imagen Alexander Shark
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario