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Concédeme tu orilla
emerge indetenible agua de río,
tócame, cierra las heridas.
Pronuncia mi nombre
en el altar de los silencios,
profánalos.
Deslúmbrame de fuegos
hazme tu ceremonia
descorazonada y asesina.
Ovula este misterio de cayena
salívame los dedos,
ensáñate amor mío.
Mientras te llevo entre mis dientes
que destilen tus pezones
gotas de laberinto.
Mauricio Escribano
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Maravilloso poema... lleno de fuerza!!! Un beso :-)
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